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Los angloparlantes lo llaman cámara de eco (echo chamber),que denota una sala insonorizada y connota una caja de resonancia donde lo único que oyes es tu propia voz rebotada en las paredes. El término se está imponiendo en la literatura técnica para designar la manera en la que los ciudadanos nos informamos en nuestros tiempos impregnados de tecnología, donde nos pasamos el día leyendo las cosas que refuerzan nuestros prejuicios y creencias; donde renunciamos a inclinar la cabeza en el ángulo adecuado para entender los argumentos del otro. Si te informas por tus seguidores y seguidos en Twitter, tus gustadores y gustados en Facebook y tu selección de amigotes en Google+, lo más probable es que no te enteres de qué va el tema. Esto no es ya que devalúe el debate político. Es que lo elimina de raíz.
"Leer libros no es un antídoto contra la cámara de eco"
Para hacer frente a este conocimiento sesgado y tuerto, yo suelo recomendar leer libros. Y me acabo de llevar un chasco monumental. He aquí por qué.
Nuestro tráfico masivo en la web está generando un tesoro de información sobre el comportamiento humano.
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