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De los veintitrés candidatos que optan al Balón de Oro 2014, solo quedarán tres finalistas a partir del próximo 1 de diciembre. La elección no es sencilla. Si el criterio decisorio son los goles marcados, Cristiano Ronaldo partirá con ventaja; si pesa más el éxito alcanzado en el Mundial de Brasil, media selección alemana, y muy en especial su portero Neuer, merecerá el galardón.
La moneda está en el aire, en cualquier caso, y las apuestas e intercambios de opiniones se multiplican: a las declaraciones iniciales de Xabi Alonso, que tanto revuelo han levantado ("Neuer es, de largo, el mejor portero con el que he jugado nunca"), cabe sumar el parecer de Van Gaal, que también ha expresado su deseo de que el premio recaiga en un jugador alemán; por su parte, desde Ancelotti hasta el nominado Pogba se decantan por Cristiano. ¿A quién, finalmente, concederán el Balón de Oro?
Se trata de un debate jugoso y, como se ve, por firme que sea el convencimiento en la primacía de un jugador sobre el resto, cualquier persona con un mínimo de objetividad habrá de conceder que los argumentos de quienes apoyan a otro candidato también merecen respeto.
No conceder crédito o reconocimiento a las virtudes de los competidores, además, termina por ensombrecer el triunfo del ganador. ¿Quién refulge más?, ¿quien destaca sobre una nómina de jugadores sin brillo o el que logra destacarse aun por encima de una pléyade de astros?
Por otra parte, si se convocase el Premio Pluma de Oro al mejor redactor de información futbolística, ¿quién sería el galadornado?, ¿aquel que sabe emplear el verbo conceder, como en los tres casos previos destacados en negrita, o el que convierte dicho verbo en comodín universal y tanto concede goles como faltas, empates como ocasiones u oportunidades?
Basta consultar el Diccionario académico para comprobar que conceder significa ‘dar, otorgar, hacer merced y gracia de algo’, como en "Conceder el Balón de Oro"; ‘asentir, convenir en algún extremo con los argumentos que se oponen a la tesis sustentada’, igual que en "Conceder que sus argumentos merecen respeto", y ‘atribuir una cualidad o condición, discutida o no, a alguien o algo’, según se utiliza en "Conceder crédito a las virtudes de los competidores".
Ninguna de estas acepciones armoniza con frases como "El Madrid concedió muchos goles en contra, con un 4-0 en la temporada 92-93, otro 4-0 en la 98-99 y un 5-2 el año siguiente", "No concedió faltas en zonas peligrosas", "La suerte les fue esquiva y acabaron por conceder un empate sin goles" o "El Villarreal concedió dos ocasiones/oportunidades casi seguidas".
Probablemente, el primer significado de conceder, esto es, ‘dar’, es el que más se aproxima al sentido de estas oraciones, pero se pasa por alto que hay en este verbo un matiz de voluntariedad: ‘dar cierta cosa alguien que tiene autoridad o poder para ello’, precisa el diccionario de María Moliner.
Así se aprecia en ejemplos como "Teixeira II invalidó el gol, pero luego lo concedió" o "Los debutantes agradecen a Del Bosque que conceda oportunidades", donde el árbitro y el entrenador están en posición de dar validez al gol y brindar la ocasión de debutar a los futbolistas.
En los ejemplos previos, sin embargo, habría sido preferible escribir "El Madrid recibió/encajó muchos goles en contra, con un 4-0 en la temporada 92-93, otro 4-0 en la 98-99 y un 5-2 el año siguiente", "No hizo/cometió faltas en zonas peligrosas", "La suerte les fue esquiva y acabaron empatados sin goles" y "El Villarreal superó/dio pie a dos ocasiones/oportunidades en contra casi seguidas".
Muchos habrá que, leyendo estas líneas, enarcarán las cejas y resoplarán con más o menos cinismo o resignación: "¿Para qué molestarse? Es otra batalla perdida". Sin embargo, no estoy tan seguro de que este uso de conceder se encuentre realmente tan extendido. Entre los periodistas, probablemente; entre los aficionados, en cambio, ¿de veras se oyen a la salida del estadio, en los bares o en los salones de casa sentencias como "Hemos concedido el gol demasiado pronto" o "No teníamos que haber concedido tantas faltas al borde del área"?
Yo diría que no, que es jerga periodística que no cala entre los hablantes por más que los moje su continuo gota a gota. El común de los mortales seguirá lamentándose así: "Nos han marcado el primero demasiado pronto" o "¿A quién se le ocurre liarse a hacer faltas al borde del área?".
En definitiva, igual que los futbolistas luchan por el Balón de Oro, los defensores del lenguaje peleamos por seguir lanzando balones de oxígeno al español. Las muletillas y las modas lo comprometen, pero quiero creer que el lenguaje saldrá victorioso en este caso. Concedámosle el beneficio de la duda.
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