El suicidio en los jóvenes: una emergencia social

El suicidio es la primera causa de muerte no natural en España, por encima de accidentes de tráfico, homicidios o violencia de género. El número de personas que se quitan la vida en nuestro país aumenta cada año, una tendencia que se encuentra al alza también entre los jóvenes. Según los últimos datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística, se ha superado por primera vez la barrera de los 4.000 suicidios, una cifra que evidencia un incremento del 1,6% respecto a 2020. 

Esto supone que, en España, once personas se quitan la vida cada día. Entre ellos, destacan los perfiles del hombre de mediana y avanzada edad residentes en zonas despobladas. Sin embargo, el número de suicidios entre los jóvenes es cada vez más elevado. En 2021, el número de muertes aumentó tanto en los menores de 30 años como en los de 15. En esta franja de edad se produjeron 24 fallecimientos prematuros que podrían haberse evitado con las medidas de prevención adecuadas.

El foco del problema, entre otros, radica en asuntos como el acoso escolar, las redes sociales, la renta o los problemas familiares. 

Detrás de los números
La tendencia suicida entre los jóvenes varía según la edad y el sexo, pero también influyen otras cuestiones como el nivel de renta de sus hogares, los conflictos familiares o el acoso escolar. Según un estudio de Save the Children elaborado en 2022, la manifestación de intenciones suicidas entre los adolescentes es tres veces mayor en comparación con la infancia. 

Las llamadas de auxilio predominan en las mujeres, pero la proporción de varones que acaban por quitarse la vida es mayor. Teniendo en cuenta que la ayuda psicológica es una de las herramientas más eficaces para evitar los suicidios, esta diferencia de comportamiento entre los diferentes sexos pone de manifiesto que, generalmente, los varones encuentran más dificultades para transmitir sus sentimientos a los demás y de buscar auxilio para sus problemas.

En este sentido, entra en juego la cuestión existencial. José María Alejos, profesor de Humanidades en la Universidad Francisco de Vitoria, afirma que el hombre “necesita partir de una serie de certezas para desenvolverse en el mundo”. Sin embargo, no basta únicamente con esto, sino que también es necesario ser consciente de ellas: “saber que uno es amable, que es digno de ser amado, permite a uno, respirar, actuar y vivir”, explica.

Otra de las situaciones de estrés a la que se enfrentan los jóvenes en la actualidad es a la creciente incertidumbre de cara al futuro. Sin embargo, Alejos matiza que, normalmente, “la pregunta sobre la existencia y el sentido de la propia vida no hace referencia tanto al futuro (qué va a ser de mí) sino al presente (qué estoy siendo ahora). La esperanza es una certeza hacia lo que va a venir, pero parte de una experiencia presente”. El profesor, además, añade que “en ocasiones pensamos que nos acecha un futuro negro, pero, al mirar a la historia, vemos que el mundo ha ido yendo a mejor”. 

La sombra del acoso escolar
Más allá de las causas mencionadas, gran parte de los suicidios juveniles vienen precedidos de algún contexto relacionado con la violencia. Determinadas experiencias generan situaciones muy intensas emocionalmente que los jóvenes no siempre son capaces de asimilar, como las separaciones familiares, situaciones de soledad, malos tratos, o especialmente, acoso escolar.

Este último representa uno de los factores de riesgo más comunes. Se estima que los menores que sufren o han sufrido bullying tienen más del doble de riesgo de experimentar tendencias suicidas. A esto se añade el problema del acoso por internet o ciberbullying, que se ha intensificado al mismo tiempo que el uso de las redes sociales.

La cara B de las redes sociales
Un estudio de Unicef estima que el 98,5% de los adolescentes está registrado en alguna red social. Además, cuatro de cada diez están conectados para “no sentirse solos”. 

En el caso del ciberacoso, incluso los jóvenes que incentivan este acto tienen un mayor riesgo de manifestar comportamientos suicidas. Las redes sociales se han reducido a ser un espacio donde muchos descargan sentimientos de maldad y rechazo a otras personas, escondidos tras el anonimato. 

No obstante, personas del mundo de internet con influencia en los jóvenes tratan de concienciar a la sociedad para frenar estas prácticas. El streamer Ibai Llanos aprovechó su tirón en redes sociales para hacer un llamamiento sobre la prevención de la salud mental: "Cuidad siempre vuestra salud mental. Pedid ayuda a la gente que os rodea y acudid a un profesional. Sé que a veces es complicado o da 'vergüenza' buscar ayuda y contar los problemas pero hay momentos donde es totalmente necesario. Cuidaos mucho por favor". 

Corresponsales de Paz ha hablado con la influencer Patricia Fernández y esta, aunque es consciente de la problemática, ha conseguido “una comunidad bonita” ya que considera que “si tú proyectas lo que hay en ti, la gente te cree”.

Según los expertos de la Clínica San Felipe, el uso excesivo de las redes sociales se asocia con un incremento y aparición de ansiedad, depresión y problemas de autoestima en personas comprendidas entre los 16 y 26 años.

El problema va más allá de los nuevos canales de comunicación y que la mayoría de adolescentes hacen uso indebido de las nuevas tecnologías. Aunque la preocupación recae en los retos y juegos virales a los que se unen, cuyo fin puede ocasionar daños físicos e incluso la muerte. 

Para Patricia Fernández, “las redes sociales son un reflejo de la sociedad” y considera que son una “radiografía social”. La influencer también recalca una frase del novelista Honoré de Balzac: “El arte es social para tratar temas sociales que nos afecten”. 

Según una encuesta del Pew Research Center, el 29% de los adolescentes sienten presión para verse bien en las redes sociales y otro 28% por encajar socialmente. Algunos ejemplos de malestar causado por las redes sociales son: la presión por caerle bien a otros y sentir que se necesita publicar cosas atractivas para conseguir audiencia. 

“Las redes sociales hasta hace dos días eran filtros. Hoy lo siguen siendo, pero hemos avanzado y nos mostramos mucho más humanos”, asegura la influencer.

En el caso de las adolescentes, esto se acentúa debido a la exposición, ya que estas se esfuerzan más por sacarse la mejor foto y casi la mitad de ellas admite que las redes sociales les hace sentir mal sobre sí mismas debido a estándares de belleza poco realistas. A esto se le añade el uso de aplicaciones digitales para retocar sus fotos, lo que provoca dismorfia corporal y que los estándares de belleza hagan que se vuelvan insatisfechas con su cuerpo natural.

La religión, un apoyo para el sufrimiento
El suicidio, según el Catecismo de la Iglesia Católica, “contradice la inclinación natural del ser humano a conservar y perpetuar su vida”. La Iglesia ha adaptado su postura acerca de este tema en diálogo con ciencias como la psicología. 

Ahora considera que una persona que se quita la vida no lo hace de forma libre y voluntaria, sino que los “trastornos psíquicos graves, la angustia o el sufrimiento pueden disminuir la responsabilidad del suicida”.

Las religiones suponen un pilar fundamental para afrontar con una visión distinta las situaciones difíciles de la vida. Sin embargo, la intervención de psicólogos y expertos para tratar los problemas de salud mental y la conducta suicida es complementaria a la religión.

Plan de prevención del suicidio
El aumento de los problemas de salud mental en los jóvenes y la creciente tentativa de suicidio en estos ha provocado que asociaciones y psicólogos demanden al Gobierno un plan de prevención del suicidio a nivel nacional.

En mayo del 2013, la Organización Mundial de la Salud (OMS) adoptó el primer plan de acción sobre salud mental de la historia. El plan insta a todos los estados miembros de la OMS a que demuestren su máximo compromiso con la salud mental alcanzando metas específicas. “Es indispensable que los gobiernos, a través de sus sectores sanitario, social y otros pertinentes, inviertan recursos humanos y económicos en la prevención del suicidio”, señala el organismo.

En España no existe un Plan de Prevención del Suicidio, sino que dentro del documento oficial presentado por el Gobierno, la prevención del suicidio supone una de las líneas del Plan de Acción. En uno de sus puntos se aborda esta cuestión: fomentar la detección de forma precoz y poder desarrollar estrategias de prevención de la conducta suicida, además de mejorar la atención a las personas con riesgo suicida.

Miguel Guerrero, coordinador de la Unidad de Salud Mental en el Hospital Costa del Sol de Marbella y en el Hospital Universitario Virgen de la Victoria de Málaga, señala que el plan de acción de salud mental “es una herramienta necesaria pero claramente insuficiente para este cometido”. 

“Poner el foco y recluir el suicidio a la salud mental es reconocer que solo las personas con problemas de salud mental se suicidan y esto es totalmente falso”, enfatiza Guerrero. El plan de acción, añade, “dedica tan solo dos páginas y media del total del documento (un 2% del mismo) a la prevención del suicidio”.