Irán: el abstencionismo marca las elecciones

El abstencionismo político y el rechazo a la situación del país se han adueñado de las elecciones parlamentarias de Irán. Este es el primer llamado a las urnas tras las sangrientas protestas de 2022, que empezaron por la muerte de Masha Amini a manos de cuerpos policiales. El porcentaje de participación es el más bajo desde la revolución islámica de 1979, corresponde al 41%. Este grado de abstencionismo se debe al boicot convocado por los reformistas por la falta de legitimidad democrática existente en el país. Además, la nación árabe también ha mostrado su rechazo a la gestión que el Gobierno está haciendo de la crisis económica. Los comicios tuvieron lugar el pasado viernes 1 de marzo y las autoridades tardaron tres días en anunciar los resultados finales.

De las 49.000 personas que intentaron postularse en este proceso, solo 15.000 fueron aprobadas por el Consejo de los Guardianes, el órgano encargado de filtrar a los candidatos. Ningún representante de los reformistas contó con la aprobación para poder presentarse a las elecciones. Este es un proceso habitual en Irán. Usualmente este sector de la oposición se acoge a candidatos que sí han sido aprobados, pero que igualmente van alineados con sus ideas. No obstante, en esta ocasión ni si quiera tuvieron oportunidad de hacer eso. Por ello, animaron a la sociedad civil a seguir la senda del abstencionismo político. “De verdad, si la autoridad cree que los reformistas no tienen votos y el pueblo no los quiere, ¿por qué no aprueban sus candidaturas para probar su peso político?”, señaló el político reformista Mohammad-Sadegh Javadi-Hesar.

El jurista y experto en Relaciones Internacionales, Mohammad Noori, apunta que cada vez es más difícil para los reformistas poder conseguir candidatos aprobados que quieran relacionarse con ellos: “Algunos candidatos ya no desean aparecer en las listas de los reformistas porque creen que si se involucran en política, en el futuro perderán su valor para el régimen. Esto significa que incluso si los reformistas quisieran presentar candidatos, enfrentarían un desafío para encontrarlos”. Gran parte de la población de Irán mostró su rechazo a la política nacional. 61,2 millones de personas eran elegibles para votar y solo 25 millones ejercieron su derecho a voto, según apunta el Ministerio de Interior. Noori señala que “estas elecciones representan el deseo del pueblo iraní de un cambio profundo y la resistencia del régimen a realizar tal cambio”.

“Cada voto es un misil que dispara al corazón de los enemigos”, recalcó el comandante del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica, Hossein Salami. El Gobierno celebró que el porcentaje de participación no diste mucho del de las elecciones pasadas y lo presentó como una victoria sobre sus enemigos, a pesar de que hayan extendido seis horas el periodo de votación de forma extraordinaria. El Gobierno afirma que el 5% de los votos son nulos, que suelen ser interpretados como señal de protesta. No obstante, distintos medios de comunicación afirman que la cifra supera el 25%.

La línea dura de los conservadores fortalece su control en un Parlamento en el que contarán con más de 200 diputados de los 290. El diario reformista Shargh indicó que los conservadores radicales “aprovecharon la oportunidad creada por la baja participación” para poder dominar el órgano legislativo. 45 de los asientos restantes se elegirán en una segunda ronda en abril o mayo, según reportan las autoridades.

Estas elecciones tienen un mayor grado de importancia, porque también se votó por los miembros que formarán parte de la Asamblea de Expertos, el cuerpo deliberativo que se encarga de escoger al líder supremo y de aconsejarlo en sus actividades. Las elecciones de esta asamblea son cada ocho años. El cargo de la máxima autoridad iraní es un cargo vitalicio. Pero tras su muerte, ellos son los encargados de escoger al próximo mandatario del país. El líder supremo de Irán, Alí Jamenei, tiene 84 años. Por lo que, probablemente, este será el comité encargado de escoger al sucesor de Jamenei. El actual presidente iraní, Ebrahim Raisi, ha sido reelegido para este organismo, después de haber obtenido el 82,5% de los votos en la provincia de Jorasán del Sur.

El descontento iraní

Este fue el primer llamado a las urnas tras el fallecimiento por abuso policial de Mahsa Amini en septiembre de 2022. La chica de 22 años murió por una herida en la cabeza después de haber sido detenida por no vestir correctamente el hiyab. Esto desembocó en un periodo de protestas masivas en las que las autoridades iraníes reprimieron fuertemente a los manifestantes.

Las manifestaciones acabaron con la muerte de 522 personas y más de 20.000 detenidos, según apunta la ONG estadounidense Agencia de Noticias Activistas de Derechos Humanos (HRANA – por sus siglas en inglés). Las conductas autoritarias no han cesado en Irán. El autor del himno característico de las protestas y ganador de un Grammy en 2023, Shervin Hajipour, ha sido condenado este fin de semana a cerca de cuatro años de prisión por su canción de protesta ´Baraye´.

Gran parte del descontento de la población surge también por la inestabilidad económica que sufre la nación. La inflación de no para de crecer. Actualmente se siúa en el 53,4%. Mientras que en lo que va de año la moneda ha perdido un 17% de su valor; por lo que, en comparación con el dólar, se encuentra en mínimos históricos. A pesar de todo esto, el jurista Mohammad Noori señala que las autoridades no creen que los civiles estén disconformes con la administración del Estado: “El Gobierno de Irán no cree que se esté generando descontento y animosidad en la sociedad. A menudo afirman que hay algunos problemas, especialmente económicos, pero que no se trata de un descontento fundamental, y piensan que para resolver estos pequeños problemas se necesita más resiliencia”.