Hasta hace pocas semanas, James Harding era el director de BBC News. El centro del universo periodístico del mundo. Ahora arranca una nueva etapa laboral centrada en internet que iremos conociendo poco a poco y en donde su experiencia como director de la televisión pública más grande del planeta, como director de The Times, como pieza clave en la redacción del Financial Times serán los cimientos de su futuro laboral. Ahora que las redacciones descartan a los periodistas veteranos, Harding inicia una nueva aventura profesional y muchos periodistas españoles le siguen la pista muy de cerca.
Harding ha venido a Madrid a decir que el periodismo merece la pena sólo si es una profesión seria para la sociedad. Ni el valle (Silicon Valley, la tecnología), ni la colina (Capitol Hill, el poder político). La gente. En su opinión, esa es la única línea de futuro acertada aprovechando las ventajas de Internet. Apasionado de la tecnología “la mayoría de lo que ocurre en la red es positivo”, reconoce que Internet se encuentra en manos de periodistas ajenos al poder de la tecnología con intereses, y al poder de la política con delirios de control.
Internet, independencia y calidad
El periodista británico ha insistido en que el reto de la independencia es el que más apremia. La calidad y la independencia harán rentable los medios, incluso sus trabajos conseguirán ser productos de consumo que se pagan, que se necesitan, como demuestran ya las estadísticas de suscripciones que reflejan “una tendencia que se está acelerando, también entre la gente joven”. Para él, lo que vemos ya con Spotify o Netflix lo acabaremos viviendo con el periodismo libre.
A Harding, que acaba de abandonar el medio público en la cumbre del prime time, el periodismo digital está consiguiendo volver a pegarse al pueblo “con una proximidad de calidad”. Para eso los muros de pago no son ni muros de lamentaciones, ni muros infranqueables. Son, más bien, puentes que se pagan, porque se valoran.
El periodista inglés que empezó a dirigir The Times con 38 años mira el futuro del periodismo con optimismo, pero sin ingenuidad. “Es el mejor momento para ejercer esta profesión desde la aparición de la televisión”, sentencia. Pero ya no será lo mismo. Harding considera que hace falta dar al pause y fomentar dos propiedades del nuevo periodismo: un volumen justo (menos noticias, slow news, pero de más calidad), y una velocidad apropiada, que vuelve a los orígenes de la profesión, esquiva el ruido de las prisas y los intereses creados, y por tanto mejora el producto.