La otra cara del coronavirus

Acostumbrados a vivir de una manera, el brote mundial de la infección respiratoria COVID-19 ha alterado drásticamente la vida del hombre. La pandemia no solo ha desatado la actual crisis sanitaria a nivel global, también ha generado una reacción de efectos en cadena a nivel social, profesional y personal. El virus, y todo lo que este ha significado para la cotidianidad del hombre, está cambiando la forma en que los seres humanos se relacionan.

La solidaridad es uno de los valores que se ha puesto de manifiesto, especialmente con los mayores, a través de distintas iniciativas para ayudar a los más vulnerables durante el confinamiento. Según Arie Kruglanski, psicólogo y profesor de la Universidad de Maryland, la situación actual ha posibilitado una mayor sociabilidad y ha permitido una reestructuración de las prioridades: ha fortalecido las relaciones sociales y el apego a los seres queridos, la familia y los amigos.

Este anhelo por unidad y cohesión para combatir el contagio junto a otros, a pesar de la cuarentena y el distanciamiento social, también es palpable en las redes sociales, donde muchos muestran una fuerte voluntad por permanecer conectados con otros. Retos que se vuelven virales, vídeo llamadas que dan sentido a la semana; las nuevas tecnologías han facilitado la interacción con otros.

La crisis sanitaria actual también ha democratizado el acceso a la cultura, como los recorridos virtuales de los museos o los conciertos digitales, antes limitados a minorías.

El teletrabajo y los efectos del estado de alarma han reducido el tráfico y la producción en fábricas, lo que ha disminuido considerablemente la contaminación.

La crisis del coronavirus también puede tener un impacto en nuestro modelo social y político. Estos enormes cambios pueden abrir paso hacia una organización social diferente, en la que el papel del ciudadano tenga una mayor importancia; ya que el virus ha revelado que los desafíos y las amenazas dependen de la respuesta de los gobiernos pero, sobre todo, de la sociedad que les vigila porque en ella reside la soberanía. Además, se trata de una nueva humanidad que ha priorizado los valores comunitarios de cooperación, consideración y cuidado.

Los expertos apuntan que estamos ante un cambio de paradigma social. La crisis ha desafiado a la sociedad, pero también ha ofrecido la posibilidad de construir un nuevo futuro desde un liderazgo colectivo y de servicio. Acostumbrados a vivir de una manera, el coronavirus nos enseña a aprender a vivir; esta vez, de una forma diferente.