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Arie M. Kacowicz es profesor y Chaim Weizmann Chair de Relaciones Internacionales en la Universidad Hebrea de Jerusalén y adjunto en la Universidad de Georgetown desde 2003. Dedica su carrera académica, entre otras cosas, a la teoría de las RRII y al estudio de negociaciones de paz en el contexto de Oriente Medio, cuestiones sobre las que ha publicado y editado varios libros.
Además, Kacowicz es profesor invitado en el Joint Master in European Security LUISS-UFV y, según él mismo reconoce, no se dedica a la diplomacia por culpa de su “aspecto desaliñado”. En Corresponsales de Paz aprovechamos su estancia en el campus para hacerle una entrevista y analizar las consecuencias del regreso de Netanyahu al Gobierno de Israel, las aristas del conflicto palestino-israelí, algunas claves para su futura resolución, y el papel que debe jugar la comunidad internacional en ello.
Desde hace muy poco, Netanyahu asume su sexto mandato al frente de Israel ¿Qué consecuencias puede tener su regreso al poder y qué diferencias habrá respecto a sus anteriores períodos como primer ministro?
Esta es una pregunta crucial. Lo que el nuevo Gobierno de Israel está haciendo en muy poco tiempo es una especie de golpe de Estado. Y lo digo en forma brutal porque esto es muy dramático. Una acción que viene desde arriba, no el clásico golpe militar, sino una especie de autogolpe de Estado en el que el Gobierno, bajo el pretexto de una “reforma”, está tratando de socavar la independencia del Poder Judicial, de transformar la democracia liberal israelí de la que nos jactamos desde hace 75 años en algo muy peligroso. Algo parecido a las democracias iliberales del estilo de Hungría, Turquía o Polonia, pero que es mucho peor porque Israel es un pequeño Estado unitario y no federal.
Ustedes en España tienen, gracias a Dios, a la Unión Europea; y en América Latina, algunos países tienen Mercosur, pero Israel no tiene Constitución y la mayoría de los israelíes no conocen otra realidad que la democracia. A diferencia de las ocasiones anteriores en que Netanyahu fue primer ministro, el gobierno actual representa un terrible peligro, en términos de identidad, a la existencia de Israel como Estado democrático y liberal. Tal es así que para mí este es un peligro no menor que la bomba nuclear que puede tener Irán.
"El Gobierno actual pone en peligro la democracia liberal israelí"
¿Entonces Israel, que se define como un estado judío y democrático, camina hacia convertirse en más judío y menos democrático?
Como tú dices, de acuerdo a la Declaración de la Independencia de 1948, Israel trató de mantener un balance entre ser judío y ser democrático. Pero estas reformas para cambiar, socavar o terminar con la independencia judicial tienen menos que ver con esta dimensión. Más bien se trata de que Israel, como está pasando en otras partes del mundo, siga siendo una democracia pero en el sentido minimalista de una tiranía mayoritaria. Porque el ataque al Poder Judicial, a pesar de estar sustentado por los socios ultraortodoxos o por un partido nativista antiárabe y antidemocrático, no es por una cuestión de que Israel sea más judío, sino principalmente para que el primer ministro Netanyahu, que hoy está enfrentando un juicio por corrupción, no entre en la cárcel.
El inicio de 2023 ha sido uno de los más convulsos de los últimos años. ¿Usted cree que estamos ante una escalada de violencia entre las fuerzas israelíes y palestinas?
La ola de violencia que hemos visto en lo que llevamos de 2023 a mí, que soy el más viejo aquí, me recuerda a lo que ocurría hace 20 años, antes de la Segunda Intifada. Y esta es una escalada que tiene su lógica. Primero hay que explicar que esto no empieza con el nuevo gobierno, sino que viene de meses atrás. Esto ya empieza con el gobierno anterior, que era una coalición muy extraña, a pesar de que fue un gobierno mucho más efectivo. Y creo que tiene varias razones: desde el lado israelí, una parte muy importante del Gobierno la sustentan ministros con una ideología muy extrema, y desde el lado palestino, lo que vemos en las incursiones militares a las ciudades palestinas en la Cisjordania son jóvenes que han llegado a una situación de completa desesperación que tiene que ver con la situación política interna dentro de la autoridad palestina. Mahmoud Abbas tiene ya 87 años, fue electo en 2005, tendría que haber sido presidente por cuatro años y todavía sigue siéndolo. Entonces, de alguna forma tratan de retornar a una violencia que es una mezcla entre militancia nacionalista y delincuencia.
El resultado es una situación muy volátil que en cualquier momento puede explotar. Hasta el punto de que hace una semana Estados Unidos, Jordania y Egipto hacen una reunión con personal de seguridad de Israel y de la autoridad palestina para tratar de evitar llegar una escalada, porque no hay interés en que esto suceda. Y de hecho yo creo que una de las razones por las que no existe una tercera intifada es porque no hay apetito. Lo que se ve ahora son las consecuencias políticas de lo que sucedió hace 20 años, cuando hubo un proceso violento que dejó 1.000 muertos del lado israelí y 5.000 del lado palestino, y que explica en parte por qué el proceso de paz es una especie de ciencia ficción… Es un proceso que está en terapia intensiva.
"La UE es la prueba de que se puede solucionar el conflicto palestino-israelí"
¿Se puede solucionar el conflicto palestino-israelí?
Mi respuesta puede sonar un poco ingenua, pero le cuento por qué. Yo soy profesor desde hace ya 30 años, pero a veces me entusiasmo como si fuera un estudiante. Estoy trabajando en una idea (que no es mía, esta formulación ya existe) que podría resolver el conflicto palestino-israelí de una forma que va más allá de las soluciones usuales. Es un modelo que tiene que ver con dos estados en forma de confederación, que podría ser tanto israelí-palestina como israelí-palestina-jordana. Muchos me preguntan si estoy loco, pero creo que la respuesta es positiva. Como israelí y como investigador de paz, me gusta andar por Europa, y creo que ustedes son el ejemplo de esta respuesta positiva. La Unión Europea es la prueba de que se puede resolver el conflicto palestino-israeli. Sólo hay que recordar lo que ha pasado históricamente entre Francia y Alemania, o entre Francia e Inglaterra, y ver que hoy en día viven felices y comen perdices. No hay amor, pero no hay posibilidad de guerra. En este sentido, el conflicto palestino-israelí o árabe-israelí ha sido mucho menos cruento. De hecho ya no queda mucho del conflicto árabe-israelí, ahora es fundamentalmente palestino-israelí. Parece más una guerra civil. Al final esto no es un terremoto, es un proceso humano y social, así que creo que algún día se va resolver.
Porque esta “guerra civil”, como usted ha dicho, ¿es fundamentalmente territorial, o tiene que ver más con aspectos de identidad, religión o cultura?
Todo. Es una cuestión multidimensional. Tienes dos pueblos, el judío y el palestino, con demanda sobre el mismo territorio, que es la tierra de Israel o Palestina. Y a esto se suman elementos religiosos, estratégicos, etcétera, que lo hacen más complicado. Pero a la larga, y nuevamente España también me genera optimismo, soy reacio a pensar que este conflicto viene de centenares de años atrás. Ahí tenemos el ejemplo de Toledo, que visité el domingo, donde judíos, cristianos y musulmanes se llevaban muy bien, aunque es posible que haya algo de romantización. Es decir, no es un conflicto al estilo The clash of civilizations, de Huntington, es un conflicto moderno que empieza hace 140 años con dos pueblos disputando el mismo territorio. Esto hace que la lógica siga siendo probablemente que cada uno tenga su país y pueda autodeterminarse. No creo en la posibilidad de que podamos vivir bajo el mismo techo político.
¿Qué papel debe jugar la comunidad internacional para que se solucione?
La comunidad internacional puede ayudar. Estados Unidos lo ha intentado, unas veces mejor y otras peor. Por mi parte, todo el respeto al presidente Carter, que medió entre Israel y Egipto, y nada de respeto al plan del señor Trump, a pesar de que de forma indirecta ayudó a normalizar la relación con otros países. Y, por otro lado, yo creo que Europa está algo frustrada después de haber intentado ayudar invirtiendo un montón en términos económicos tanto hacia Israel como hacia Palestina. Pero la comunidad internacional no es el problema, el problema son las partes. Por el momento, la imposibilidad empieza por los gobernantes actuales. Ni Abbas, que tiene 87 años y se tiene que jubilar, ni Netanyahu, que tiene 74 y tiene que ir a la cárcel (o por lo menos terminar su carrera política) van a resolver el conflicto. Pero en ese sentido, la comunidad internacional podría ayudar a que Israel sea parte de la Unión Europea junto con Palestina. Pero supongo que ustedes, los europeos, no lo van a querer hasta que esto se resuelva.
"Biden ha retornado a la postura más tradicional de EEUU"
Aprovechando que ha mencionado el papel de Estados Unidos en esta cuestión, ¿ha notado usted alguna diferencia entre el enfoque que tuvo la administración Trump y el que le da la administración Biden?
Hay paralelismos y diferencias. El caso de Trump era muy extremo porque adoptó una postura totalmente parcial al reconocer a Jerusalén como capital de Israel, aunque de hecho lo es, o al presentar un plan que, quizás con intenciones buenas en términos económicos, era como organizar una boda y olvidar al novio o a la novia. Sin embargo, Biden ha retornado a la postura más tradicional de Estados Unidos, pero como tiene, como decimos en inglés, “el plato lleno”, no tiene la prioridad de resolver el conflicto, aunque quiere apaciguarlo. La postura tradicional de Biden es la de dos estados para dos pueblos, pero eso no va a ocurrir del día a la mañana.
La postura de Trump no era muy clara. Él dijo en su momento que “lo que quieran los israelíes lo vamos a hacer y lo que quieran los palestinos lo vamos a hacer”, pero, a pesar de mi crítica, hubo algo positivo en lo que hizo, que fue posibilitar la normalización de las relaciones de Israel con los Emiratos Árabes, Baréin, Marruecos y Sudán. Y como investigador de paz no puedo estar en contra porque cuantos más países haya en paz con Israel, mejor.
Y para terminar, por traer esto mismo al lugar en el que nos encontramos, ¿existe algún cambio en las relaciones de España con Israel, dependiendo de si gobierna un partido u otro?
Yo no lo veo. Principalmente por el hecho de que ya no hay el énfasis en la relación que hubo hace 30 años, aunque sigue siendo cordial y estable. En todo caso, España ha jugado un rol interesante y yo siempre le recuerdo a mis estudiantes que la Conferencia de Paz de octubre de 1991 tuvo lugar en el Palacio Real de Madrid. Y tiene lógica porque España tradicionalmente ha tenido buenas relaciones tanto con el mundo árabe como con Israel.
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