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Cada año, la Universidad Francisco de Vitoria (UFV) hace entrega del Premio Óptimus a aquel alumno de cada facultad que, con su esfuerzo, trabajo y dedicación, haya destacado en los distintos ámbitos de la vida universitaria a lo largo de la carrera. En la actual edición del premio, la Facultad de Comunicación hizo entrega del galardón, por primera vez, a dos alumnnas: Esther Lence y María Hernández. En esta entrevista recordamos junto a Esther (Periodismo 2019, Relaciones Internacionales 2020) su paso por la Universidad y conversamos sobre este reconocimiento y la verdadera vocación.
P:¿Qué significa para ti haber sido reconocida con el Premio Óptimus UFV?
R: Es una alegría inmensa. Es una forma muy bonita de confirmarme que he exprimido la etapa universitaria todo lo posible. De hecho, es una propuesta que me hicieron en Becas Europa en mi verano de 2015: me mostraron una forma de vivir la universidad que me enamoró y ahora, echando la vista atrás y con este reconocimiento, veo que esa semilla ha florecido.
P:¿Ser un premio Óptimus cambiará en algo la manera en la que te enfrentarás al mundo (laboral, personal…)?
R: Creo que no cambiará en esencia... Impulsará más mi actitud frente al mundo, pero lo fundamental para afrontar el futuro no debería depender del premio. En la UFV, nos enseñáis a afrontar el futuro con la responsabilidad social y el servicio en el horizonte. Con ello debería enfrentarse al mundo todo estudiante. De todos modos, haber recibido este premio es una responsabilidad que me permite aceptar con más ganas este cambio de etapa y que me recordará más a menudo cómo responder. Le da más intensidad a mi actitud frente al futuro; una especie de “esto te enseñaron, Esther, no te olvides de devolverlo al mundo”.
P: El Premio Óptimus distingue a un alumno integral. ¿Qué aptitudes crees que son indispensables cultivar para un universitario?
R: Creo que lo esencial es vivir la universidad con el corazón puesto en el lema de la UFV: “Vencer el mal con el bien”. Junto con ello, sigo con mi cabeza en Becas Europa y los cuatro pilares de la universidad que me enseñaron: la búsqueda de la verdad, la síntesis de saberes, la formación integral y el servicio a la sociedad. Es indispensable cultivar todas las aptitudes que guardan relación con ello: la curiosidad, el asombro, la alegría, el compromiso, el entusiasmo, la honestidad, la humildad, la esperanza, la integridad, el respeto, el agradecimiento…
"Hay un problema de conformismo cultivado en la etapa escolar que nos cuesta muy caro"
P: ¿Te sientes más comprometida con alguna de las dimensiones que valora el premio?
R: Siempre he sido muy pro humanidades. Pienso que son la base de cualquier aprendizaje. Son lo que le da sentido a todo lo técnico que aprendemos en los grados; lo que nos hace mirar a los otros y a nosotros mismos; descubrirnos… Me permiten alcanzar lo esencial, acercarme a ello, entenderlo e incorporarlo a mi área de especialización (Relaciones Internacionales y Periodismo), así como al resto de mi vida, para dotar de sentido. Por ello, me continué acercando a toda oportunidad que estuviera relacionada con las humanidades en la universidad; me impliqué y me empapé de ellas.
P: Desde muchos sectores se cuestionan los estudios universitarios. ¿Qué le dirías a esos detractores sobre la experiencia de ser universitario?
R: Me muero de pena, porque ¡no saben lo que se pierden! Creo que hay un problema de conformismo cultivado en la etapa escolar que nos cuesta muy caro… Les diría que la universidad, bien concebida, es una experiencia fundamental en la vida de cualquiera. Es esencial porque no se me ocurre un modo más bonito y profundo de hacer la transición entre la adolescencia y la edad adulta. La universidad no solo implica ir a clase; se trata de una experiencia inigualable de descubrimiento personal, encuentro con el otro, aprendizaje teórico y proyección de uno mismo hacia su futuro. Esto sucede en clase escuchando explicaciones, debatiendo y trabajando; pero también comiendo con tus amigos en la cafetería, yendo a charlas sobre temas que no tienen nada que ver con lo que estudias, abriéndote a hacerte preguntas que nunca te habías planteado, conociendo a personas que son muy diferentes a ti, incluso salir de fiesta con tus amigos de la universidad o ir a tomar una copa con un profesor que se convierte en amigo ¿por qué no? Para mí eso también es la universidad. Vivir la universidad bien, con compromiso y dedicación, es una oportunidad que no se le debería privar a nadie porque permite, además del aprendizaje técnico, una profunda mirada sobre los demás y sobre uno mismo; siendo acompañados, además, que tiene un valor inmensurable. Otra cosa, aunque ya es un tema diferente, es el tipo de universidad. La UFV tiene un modelo muy especial.
P: ¿La mirada de la UFV, y tu paso por Corresponsales de Paz, han influido en tu percepción sobre la profesión periodística?
R: Sin duda alguna han influido. Me siento muy afortunada de haber podido aprender en este contexto. La forma de mirar el Periodismo que me ha aportado la UFV es un regalo. Ha sido una labor de unos profesores excepcionales que viven de manera extraordinaria la profesión; una formación adicional en humanidades que dota de sentido; unos viajes que te permiten ver de cerca la realidad y comprometerte con ella y, también, es labor del proyecto de Mirada 21. En primero de carrera entré en Onda Universitaria y en mi último año de Periodismo terminé el Grado en Corresponsales de Paz, así que ha sido un recorrido muy redondo. Corresponsales de Paz es un proyecto precioso que me ayudó muchísimo a asentar mi entendimiento sobre la misión del periodista. Gracias a mi año con vosotros me encontré con periodistas que me hacen creer en la profesión y mirarla con esperanza.
"El mundo laboral necesita personas con una vocación bien vivida para aportar al bien común"
Sin embargo, ahora mismo mi vocación tiene que ver con las Relaciones Internacionales, lo cual no se aleja tanto del periodismo, realmente. De hecho, ese principio de búsqueda de la verdad, que me han enseñado la UFV y Corresponsales de Paz, es el que me llevo a las Relaciones Internacionales. En esta primera etapa laboral me encantaría aprender cerca de la realidad de aquellos por los que trabajaré. Me encantaría vivir en países en vías de desarrollo para dar un empujón al cuidado de los derechos humanos allí. Deseo acercarme a la realidad de esos países y verla con mis propios ojos (¿ser testigo?) para comprender (¿fuentes? ¿investigación?), sacar conclusiones (¿análisis?), denunciar lo que deba ser denunciado (¿escribir?) y colaborar por su mejora. De alguna forma, seguir haciendo periodismo en esencia.
P: ¿Cómo afrontar con esperanza esta entrada al mundo laboral, especialmente con una situación agravada por el coronavirus?
R: ¡Justo por eso! Hace falta ayudar tantísimo… El coronavirus ha sido una pesadilla, pero me ha ayudado mucho verlo como una oportunidad para aprender e identificar todo lo que tenía que cambiar. Todos hemos aprendido mucho sobre amar y eso es lo que me da esperanza. Parece que va a ser más complicado encontrar trabajo en esta situación de tanta incertidumbre, pero al final todo pasa y el mundo laboral siempre necesita personas con muchas ganas y con una vocación bien vivida para aportar al bien común. Qué triste sería sumirnos en la desesperanza con 22 y 23 años cuando tenemos todo un futuro para ser disfrutado por delante ¿no? Me niego… Una profesión llevada de forma verdadera es apasionante. A lo mejor ahora no encontramos el trabajo soñado, pero todo es empezar y la desesperanza seguro que no nos llevará a él.
P: En tu opinión, ¿por qué crees que el periodismo es importante, especialmente en el contexto actual?
R: La infección del COVID-19 ha hecho temblar la información de una forma muy obvia: las redes se han llenado de bulos; las conversaciones, de opiniones sin fundamento; los datos bailan como unos u otros quieren… Se ha demostrado lo fundamental que es la información para vivir en la verdad y en la libertad; para tomar decisiones adecuadas. Lo que yo puedo aportar, con toda mi humildad y con toda mi fe, es que el periodismo siempre ha sido -y siempre será- esencial; que la verdad nos hace libres; que la información es un pilar fundamental de la democracia y que existen profesionales que se dedican a ella, que se han formado y que destinan su vida laboral a ello. Todos tenemos experiencia de que los ciudadanos conocen aquello que sucede en el mundo por lo que los periodistas cuentan, lo cual conlleva una responsabilidad inmensa para el periodista porque es ojos y altavoz. Por eso es importante no solo el periodismo, sino el buen periodismo vivido con responsabilidad y honestidad.
"Tierra Santa es llegar a una tierra en la que todo te apela"
P: Estudias un doble Grado en Periodismo y Relaciones Internacionales, lo que te ha permitido viajar por el mundo. ¿Qué experiencia significativa te gustaría compartir sobre algunos de estos viajes?
R: Tendría millones… El mundo es tan grande, tan humanamente rico y apasionante… He tenido la oportunidad de viajar con mis grados a Alemania, Grecia, Marruecos, Panamá, México, Estados Unidos, Italia, Bélgica, Tierra Santa (Israel y Palestina) y a Guinea Ecuatorial; además de mi Erasmus en mi amada Portugal (con razón me he enamorado tanto de las Relaciones Internacionales). Elegir una experiencia… ¡es imposible! He aprendido mucho en todos ellos, pero si tuviera que decantarme... Tierra Santa y Guinea Ecuatorial son dos experiencias que han tocado muchísimo mi corazón. Quizás también tiene que ver con que son realidades extremadamente alejadas de la mía, pero allí viví momentos que son verdaderamente inolvidables.
El grado en Periodismo y RRII de la UFV en su viaje anual a Guinea Ecuatorial
Guinea Ecuatorial fue un viaje muy complicado por muchos sentidos: desde lo más práctico, como la comida, hasta lo más complejo, como la comprensión de la gobernanza del país y de la situación de vida de sus ciudadanos. Vivir Malabo cómo lo hicimos se trata de una experiencia extraordinaria -muy dura- pero extremadamente enriquecedora.
Tierra Santa es simplemente uno de los amores de mi vida. Tuve la oportunidad de ir dos veces, como peregrinación y como viaje académico, y es, sin duda, uno de los regalos más grandes que me ha hecho la UFV. Lo que se vive allí es algo inexplicable porque se forma una especie de emoción continua -por todo lo que aprendes sobre religiones, antropología, historia, conflicto, paz- que se mezcla con un asombro continuo, ya que todo aquello también habla de uno mismo. Tierra Santa es llegar a una tierra en la que todo te apela. Asombra la capacidad que tiene de contarte sobre ti mismo, sobre tu historia; a la vez que te deja vivir, te asombra y te enamora de lo que otros viven allí que, aún pareciendo muy alejado de lo tuyo en forma, en esencia es lo mismo. Es un milagro precioso lo que pasa allí. Ojalá todo el mundo pudiera vivirlo.
P: ¿Qué descubriste acerca de ti que si no hubiese sido por haber estudiado en la UFV jamás hubieses encontrado?
R: Diría que el sentido de servicio a la sociedad, la profundidad de vivir y el interés por aprender sobre otros ámbitos, que no son mi área de estudio específico. Siempre han estado en mí, pero la UFV ha conseguido resaltarlos. Creo que la clave de ello tiene que ver con que las personas con las que he vivido estos cinco años me acompañan en ello, “les pasa como a mí”, digamos. Por desgracia son tres elementos que parecen haber sido sepultados en la sociedad actual bajo preocupaciones e intereses egoístas y superficiales, aunque también creo que se han reavivado mucho en el corazón de la sociedad con la irrupción del COVID-19.
"La carrera ha sido un continuo desarrollo con personas que comparten mis inquietudes"
Recuerdo en ese contexto llegar al fin de semana de selección de Becas Europa y empezar a escuchar todo aquello que yo tenía en mi corazón y conocer a gente que también lo tenía. Que alivio... ¡No estaba sola! Estos cinco años han sido un continuo desarrollo con personas que también tienen esas inquietudes en el corazón, que ven la vida del mismo color que yo y que me ayudan a formarme en ellas.
P: ¿Qué legado le dejas tú a la UFV?
R: ¿Yo? ¡Ninguno! (risas) En serio, no lo sé. Yo me llevo todo lo que me ha dado la UFV al mundo, pero en la universidad hay personas espectaculares que me hacen preguntarme qué podría dejar yo que no dejen ellas ya... Quizás, ¿mi obsesión por ver las Relaciones Internacionales desde la dimensión humanística? ¿O mi indignación ante el mal? (risas) No lo sé, de verdad… ¡Qué pregunta!
P: ¿Alguna anécdota que te gustaría compartir sobre tu paso por la UFV?
R: Quitando lo extraordinario de Becas Europa, el Colegio Mayor de la UFV y los viajes, me quedaría con mi grupazo de 7 del doble Grado en Periodismo y Relaciones Internacionales. Somos muy pocos y eso ayudaba a que todo fuera un lujo: las formas de vivir las asignaturas, la relación con los profesores… Me encantaba cuando dábamos clase en el césped o en la cafetería tomando algo. También me quedaría con todos los momentos de café y conversación con amigos y también con profesores. Me detengo a pensarlo y me sigue impresionando la suerte de poder vivir así la universidad.
P: ¿Qué mensaje le compartirías a los nuevos alumnos que se matricularán en la UFV?
R: ¡Les diría que se preparen para lo que está por venir! Seguro también compartiría una frase que yo odiaba que me dijeran, pero que es muy cierta: aprovechen porque pasa muy rápido. Les diría que la vivan poniendo toda su alma, que vayan a clase y que aprendan, que disfruten lo que estudian; pero también que se empapen de todo lo que pasa en la UFV fuera de las aulas, que se apunten a todos los saraos ¡que no se pierdan nada! Disfruten del campus, no se vayan a casa después de clase, apúntense a las sociedades de alumnos, vayan a las conferencias que se organizan, únanse a los viajes, aprovechen a sus profesores y a sus compañeros. También que la universidad es una oportunidad para encontrarse a ellos mismos, que no se queden en lo superficial, sino que vayan hasta el fondo de todo lo que se les propone y de todo lo que viven. Fuera de la UFV hay mucha gente que les necesita siendo buenos profesionales y buenas personas para aportar su granito al mundo, así que ¡mucho ánimo! ¡No estáis solos!
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