La Universidad me reconcilia con la profesión, la redacción me envenena

He trabajado en muchas redacciones y, aunque en todas he aprendido y de ellas me he llevado grandes compañeros, el ambiente estaba “quemado”. Cada cual tiene sus motivos para “quemarse”, pero en general, el malestar viene porque en la Facultad ondeábamos orgullosos la bandera de la libertad de expresión, la independencia y la calidad informativa, y luego la realidad es bien distinta. No es que no exista, pero ¿hemos actuado los periodistas con verdadera libertad? ¿o hemos servido a los intereses particulares de nuestros medios para que no nos quiten -valga la redundancia- del medio?

Ahora, que nos quitan de los medios, porque la información ha dejado de ser rentable, hemos ganado en libertad e independencia, pero estamos tan ocupados en buscar la manera de seguir ejerciendo la profesión, que nos agarramos desesperados al primer salvavidas que encontramos en nuestro naufragio: el blog, las redes sociales, las nuevas profesiones en las que “reciclar” a un periodista….

Así que el Periodismo pasa un segundo plano. La consigna es: reciclarnos, reinventarnos y emprender, o morir. Eso implica estar a la última en nuevas tecnologías, aprender todo tipo de narrativas, ser multimedia, multiformato, multipantallas, filtrar bien la red y ser empresarios de nosotros mismos.

Y yo me pregunto, ¿además de todo eso nos dará tiempo a ser periodistas? ¿Qué momento del día dedicamos a buscar la verdad y a contarla bien? Eso lleva su tiempo si evitamos el mal vicio del “corta y pega”… Y mientras tratamos de buscarnos la vida, habría que preguntarse: ¿qué demanda la sociedad de los periodistas? ¿Cuál es nuestro valor añadido? No dudo que lo tenemos, pero hay que demostrarlo.