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The Jerusalem Press Club celebró una ronda de conferencias bajo el título: "Libertad de expresión: viejos compromisos, nuevos retos". Las intervenciones abordaron la temática Freedom of the Press vs. Fighting Terror Effectively (Libertad de prensa vs. Luchar eficazmente contra el terror), en las que expertos analizaron los aspectos fundamentales de la cobertura del terrorismo, la publicación de asuntos relacionados con la seguridad nacional y la ética periodística en momentos en los que la vida humana puede estar en peligro. Estas conferencias se celebraron del 25 al 27 de mayo en Jerusalén.
El evento contó con la participación de la profesora Susan Herman, presidenta de la Unión Americana por las Libertades Civiles (ACLU) en la Facultad de Derecho de Brooklyn; el doctor Ely Karmon, investigador en el Instituto Internacional contra el Terrorismo (ICT); Steve Linde, editor de The Jerusalem Post; y David Witzthum, editor de Channel One Television (Israel). Además, estuvo presidida por el profesor Mordechai Kremnitzer, vicepresidente de investigación en el Instituto Israelí de Democracia.
La moderación del encuentro fue a cargo del profesor Kremnitzer, quien destacó que el terrorismo es “un campo de batalla psicológico que provoca miedo para poner a los gobiernos bajo presión y conseguir sus objetivos”. Tal y como explicó el experto, la pregunta no es si los periodistas deben o no cubrir los ataques terroristas, sino cómo informar acerca de ellos.
A continuación, Kremnitzer expuso las preguntas que serían respondidas a lo largo de la conferencia: ¿Cómo deberían comportarse los medios en este sentido?, ¿deben ser los periodistas observadores imparciales, o deben posicionarse del lado de los ciudadanos que son atacados por los terroristas?,¿hasta qué punto deben los trabajadores de los medios autocensurarse para no poner en peligro a civiles?, ¿incluye la libertad de expresión el derecho a dar visibilidad al terrorismo?
El primero en intervenir fue Ely Karmon, quien reflexionó sobre cómo las organizaciones terroristas y los gobiernos utilizan los medios de comunicación para sus propios fines. Los primeros siembran el terror, los segundos luchan contra el impacto psicológico que ese miedo produce sobre la población de un país. Los mensajes de las organizaciones terroristas se mueven en tres frentes: en primer lugar, informan sobre su constitución, cómo funcionan, cómo luchan y qué fines tratan de alcanzar. El segundo eje son los mensajes propagandísticos contra un grupo o Gobierno al que consideran enemigo, y el tercero es la influencia que ejercen sobre los ciudadanos. A lo largo de su exposición, Karmon también se refirió a algunas de las organizaciones terroristas más destacadas en la actualidad, especialmente el Estado Islámico (ISIS), que utiliza “imágenes y vídeos violentos para asustar a la población y facilitar la conquista de nuevos territorios”.
La segunda ponente fue la profesora Susan Herman, quien abrió su discurso con la lectura de la primera enmienda de la Constitución de Estados Unidos sobre la libertad de expresión. “Muy pocas veces el Gobierno dice a la prensa lo que puede o no puede publicar”, aseveró Herman. La discusión, por tanto, no es sobre la censura en la prensa. “La verdadera amenaza en EE.UU.”, explicó la experta, “es que, después del 11S, muchas leyes fueron cambiadas y el Gobierno empezó a controlar cada vez más el flujo informativo”.El problema en Norteamérica no es el control por parte de la Administración, sino el hecho de que esta intenta evitar que los periodistas alcancen cierta información. Un ejemplo destacado por Herman fue el caso Snowden, que se encuentra a medio camino entre la traición por revelar secretos de Estado y la denunciadelas escuchas ilegales llevadas a cabo por la NSA (la agencia de inteligencia del Gobierno de los Estados Unidos).
El tercer orador fue Steve Linde (TheJerusalem Post) quien, junto a David Witzthum (ChannelOne), ofreció la perspectiva de los periodistas. Linde reflexionó sobre el caso de Steven Sotloff, uno de los reporteros asesinados por el ISIS, quien escribió para The Jerusalem Post y para The Jerusalem Report, tenía doble nacionalidad estadounidense e israelí y era judío. Los periódicos recibieron un mensaje de la familia en el cual les pedían que no publicaran ninguno de estos datos porque podrían poner en peligro la vida del periodista. Cuando fue ejecutado, las imágenes que se publicaron en Reuters abrieron el debate sobre si esas fotografías deberían ser publicadas o no. Recibieron entonces una segunda petición de la familia para que no colocaran la imagen en portada, un ruego que decidieron obviar. “Recibimos muchas críticas y perdimos gran cantidad de suscriptores”, explicó Linde, “mi vocación me pide total libertad de expresión, pero mi corazón plantea la pregunta sobre qué debería hacerse cuando, al cubrir ciertos eventos, pones en peligro las vidas de civiles o soldados”.
El siguiente vídeo recoge las intervenciones de los ponentes:
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