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Guadalupe de la Vallina, más conocida como Lupe de la Vallina, estudió Comunicación Audiovisual en la Universidad Francisco de Vitoria (promoción 2006). Al finalizar, hizo el Máster en Humanidades de la casa. Su primer trabajo como fotógrafa fue en Mirada 21, grupo de medios de la UFV, con el cual quiso volver a colaborar en el Congreso de Mirada 21 “Los retos del comunicador en la sociedad del ruido”, que tuvo lugar el pasado mes de marzo.
Lupe se ganó al público desde el inicio: “mi ponencia va a ser caótica porque yo soy caótica”. Habló de tres temas principales: sus inicios, su carrera fotográfica y su filosofía fotográfica actual.
A pesar de que la fotografía era su pasión, Lupe explicó que no se reconocía con capacidad para ejercerla y que era “un mundillo muy guay” del que ella no era parte. Este pensamiento la llevó a trabajar en agencias, en el mundo universitario y en ONG, todo ello compaginado con sus labores de madre.
Las redes sociales la devolvieron a la fotografía, según explicó. Flickr la llevó hasta el trabajo en revistas: “pasara lo que pasara, yo tenía que seguir ese camino, porque sabía que era el único que me iba a hacer feliz”, a pesar de su timidez.
Lupe animó a los alumnos a dedicarse a aquello que les apasionara, a lo que puedan “dedicar todo su ser” como medio de conseguir verdadero “éxito” y “seguridad”. Especialmente hizo referencia a la maternidad, sobre la cual aseguró que “si es vocacional, te hace mucho mejor en tu profesión”.
La ponente hizo referencia a la falta de silencio que caracteriza la actualidad y la complejidad de conseguirlo en las propias fotografías. Añadió la relevancia de tener una voz propia y original: “es una cosa dificilísima, porque tenemos que entrar dentro de quienes somos nosotros independientemente de lo que hay a nuestro alrededor, lo cual da miedo”.
Además, la fotógrafa resaltó a sus dos principales referentes fotográficos: Anton Corbijn y Paolo Roversi, quienes la ayudaron a cambiar su paradigma a la hora de fotografiar. Lupe transformó su intento de “sacar el alma de las personas” en “poner su alma en la gente que retrata”. “Tienes que llevar tu corazón a esas fotos, llevar a esas fotos tus deseos, tus nostalgias, tus ilusiones…”, afirmó de la Vallina.
La fotógrafa e instagrammer compartió técnicas con los alumnos para conseguir los efectos que ella utilizaba en sus fotografías. Aconsejó construir arquetipos, que no juicios, de la persona que iba a ser fotografiada, preguntándose “¿qué me inspira esta persona?”. En relación con ello, contó experiencias a través de las que demostró que no podía trabajar con personas con las que no estaba a favor, porque ella busca “sacar lo mejor de la persona que hay delante”. Añadió el consejo de dar algo que hacer a la persona que posa para facilitarle el trabajo y así generar ambiente.
Lupe de la Vallina se sinceró con su pasión por el reggeaton, con su teoría sobre la mirada que busca la belleza, y con compartir lo bonito que te pasa en redes sociales. Por último, recomendó a los participantes trabajar en libertad en algo que les apasionara. Ella considera que se ha quedado con lo que le gustaba de su profesión: “yo no conozco el mundo cruel de la fotografía”, concluyó.
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