Previsión de Harvard sobre la evolución del coronavirus

Science, la revista científica adherida a la Asociación Estadounidense para el Avance de la Ciencia (AAAS, por sus siglas en inglés), ha publicado un informe sobre el futuro de la transmisión del COVID-19 o, denominado con mayor exactitud, el síndrome respiratorio SARS-CoV-2, elaborado por científicos y expertos de distintos departamos de la Universidad de Harvard. 

La investigación consistió en generar un modelo de transmisión del SARS-CoV-2 basado en datos estadounidenses. Los científicos examinaron una serie de escenarios probables de transmisión del virus hasta el año 2025 y evaluaron las medidas que podrían mitigar la intensidad del brote actual. Observaron que si la inmunidad al SARS-CoV-2 disminuye en la misma manera que los coronavirus relacionados, es probable que se produzcan brotes invernales recurrentes en los próximos años. Actualmente, el virus tiene una inmunidad que dura por lo menos dos años, pero los numerosos casos de reinfectados demuestran que esta inmunidad puede ser menor.

La intensidad de la ola pandémica inicial dependerá del número o de la velocidad de reproducción en el momento en el que se genere el contagio. Si el brote se produce en otoño, cuando el número de reproducción aumenta, puede ocasionar un alto pico de prevalencia de la infección, incluso en los países que, durante el verano, mantienen el control de la epidemia por medio de acciones como la cuarentena. 

Esto significa que la incidencia total de la enfermedad COVID-19 en los próximos años dependerá de si entra o no en circulación regular después de la ola pandémica inicial. A su vez, su intensidad dependerá de la época del año en que se produzca el brote.

El problema es que si los esfuerzos de distanciamiento social se realizan una sola vez puede aumentar la transmisibilidad durante el invierno, es decir; podría empujar el pico de la epidemia hacia el otoño, lo que daría paso nuevamente al escenario anterior. Además, esto podría impactar negativamente en los recursos de cuidados críticos. 

Los científicos estudiaron que un distanciamiento social prolongado o intermitente hasta 2022 puede ser necesario para evitar o reducir el impacto del brote. Además, este podría mantener la demanda de cuidados intensivos dentro de los umbrales actuales. Para ello, se debe mantener una vigilancia del virus que permita programar las medidas de distanciamiento y evitar que se sobrepase la capacidad de los cuidados intensivos.

Es importante resaltar que la aplicación temprana de un fuerte distanciamiento social es esencial para controlar la propagación del SRAS-CoV-2; especialmente en ausencia de otras medidas preventivas, porque evita que se sobrecargue la capacidad de atención crítica hospitalaria y fomenta la inmunidad de la población.

El informe añade que otras medidas pueden mejorar los resultados del distanciamiento intermitente y pueden acelerar la posibilidad de que la población consiga inmunidad frente al virus. La ampliación de la capacidad de los cuidados críticos, una terapia eficaz y el desarrollo de la vacuna son algunas de ellas.

Sobre la vacuna
Las vacunas contra el SARS-CoV-2 reducirían la duración y la intensidad del distanciamiento social, acelerarían la adquisición de inmunidad en la población y reducirían la duración total de la epidemia. Aun así, el coronavirus ha demostrado su capacidad para desafiar a los sistemas de salud. Además, el desarrollo, la aprobación y la aplicación de la vacuna llevará meses en el mejor de los casos, por lo que será necesario un período de distanciamiento social sostenido o intermitente.

El informe pone especial interés en acciones como la identificación rápida de infectados y la cuarentena, las cuales pueden aliviar la necesidad de un distanciamiento social riguroso. Además de estas acciones, la investigación alerta de la necesidad de los estudios serológicos, para indicar el alcance de la inmunidad de la población, es decir, conocer si la inmunidad disminuye y a qué ritmo. Esto es importante porque la inmunidad posibilita una menor incidencia de la infección.

Sin embargo, a menos que se aumente la capacidad de cuidados intensivos o se disponga de una vacuna, los científicos de Harvard pronostican que quizás será necesario mantener la vigilancia y el distanciamiento intermitente (o el distanciamiento sostenido si es muy eficaz) hasta 2022, lo que supondría una carga social y económica considerable. El informe advierte que incluso en el caso de una aparente eliminación durante un período prolongado, se debe mantener la vigilancia del SARS-CoV-2, ya que podría ser posible un resurgimiento del contagio en 2024. 

Es decir, los países que han logrado controlar el contagio deben prepararse para la posibilidad de que se produzcan resurgimientos de la infección y el retorno a las medidas de distanciamiento social. Además, un pico invernal de COVID-19 coincidiría con el pico de incidencia de la gripe, lo que supondría una mayor carga para los sistemas de atención sanitarios.