Tato de la Rosa: "Vuelvo siempre con la misma ilusión con la que me voy"

El alumni UFV Tato de la Rosa (Comunicación Audiovisual 2007) es cofundador de Variopinto Producciones y director de fotografía de la serie documental Atlántico, producida para La 2 de Televisión Española (TVE), estrenada al público a principios del mes de abril. Junto al equipo de Daniel Landa, Tato ha viajado de Finisterre a Benín, para filmar las culturas que el Atlántico podía ofrecerle al equipo y al mundo. El Alumni ha vivido una aventura interior que no imaginaba, por un continente "duro y extraño" que le ha proporcionado otra mirada ante la vida. 

P: ¿Qué es Atlántico y a quién va dirigido?
R: Es un documental que hemos realizado entre cuatros personas que hemos estado rodando por África. El objetivo era recorrer la costa atlántica, desde Galicia hasta Sudáfrica. Lo que pasa es que nos pilló la COVID-19 de por medio en Benín, y nos tuvimos que volver a casa.

P: ¿Por qué un documental por la costa atlántica?
R: El documental lo realiza Daniel Landa, quien ya ha hecho más documentales de este tipo. El objetivo de Daniel es hacer grandes rutas conociendo los pueblos originarios de cada continente. Lo que vamos buscando es lo menos turístico y lo más auténtico: tribus, culturas, ritos, religiones, gastronomía... 

P: ¿Qué diferencia a Atlántico de otros documentales?
R: Lo que tiene de diferente es que los protagonistas somos el equipo. Somos nosotros los que vivimos la experiencia, por eso nunca le llamamos documental, sino aventura. El equipo está formado por dos cámaras, un realizador-guionista, una jefa de producción… Intentamos transmitir qué es lo que estamos viviendo. No solo ver animales o culturas, sino ver gente de aquí que está metida en esa aventura de viaje.

P: En la introducción del documental se anima al espectador a escapar de la rutina para buscar el lado más salvaje. ¿De qué debemos escapar de la vida cotidiana?
R: A mí la rutina me aplasta. Soy una persona que ha viajado mucho. Yo he estado meses viajando por Asia, en Sudamérica, en la Antártida… me gusta moverme mucho. Entonces, cuando me quedo mucho tiempo parado necesito cambiar un poco de aires. Hay gente que está más acostumbrada a su rutina, a su trabajo, está cómoda en ese aspecto. Pero creo que hay una serie de personas que necesitamos salir y explorar el mundo. 

P: Has viajado desde Finisterre hasta Benín, para, como se dice en el documental, “aprender a perderse”. Pero, de todos esos lugares, ¿dónde te has encontrado tú? ¿Dónde te sientes más tú?
R: Sobre todo en Mauritania. Nos encontramos un día grabando un plano del tren más largo del mundo que pasa por el desierto de Mauritania. Me bajé corriendo del coche para grabar y vi 52 cadáverez víctimas del naufragio de una patera. Al día siguiente, nos encontramos con 190 personas que habían sido rescatadas de una patera tras haber estado siete días a la deriva, estaban destrozados. Una imagen terrible. Fueron un cúmulo de circunstancias que te ponen en una situación de vulnerabilidad, que a lo mejor no tienes en tu día a día y que empieza a generarte estrés, ansiedad… A mí me tuvo unos días hecho polvo. Me había sacado de la aventura, pero me estaba llevando a otra, que era la interior.

P: “El vértigo se hace presente cuando los sueños están a punto de hacerse realidad” se dice en el documental. ¿Hay un antes y un después en Tato de la Rosa tras recorrer el continente africano?
R: Yo he viajado mucho y todos los viajes te cambian un poquito. Los viajes me dan una perspectiva del mundo mucho más amplia. Estoy acostumbrado a ir a países subdesarrollados y te crean un concepto que te saca de repente de la burbuja en la que vives: césped cortadito, la basura recogida, papeleras… Pero te das cuenta que el resto del mundo no es así. El mundo está bastante perjudicado y nosotros somos unos privilegiados. A mí, lo que me hace viajar es ponerme en mi sitio y decir “soy un afortunado por tener lo que tengo, por trabajar en lo que me gusta, por poder viajar y conocer otras culturas”. Este viaje te da una bofetada más fuerte, porque África es muy dura y muy incómoda. Cualquier trámite es más difícil de hacer, hay fronteras muy difíciles de pasar y, sobre todo, ves el estado en el que vive la gente y te mina. Pero te coloca en tu sitio.

P: Las crónicas que han publicado los medios sobre este documental definen a África como un continente “vacío, extraño y enfermo". ¿Coincides con esta visión?
R: Extraño es. Es extraño porque no tiene nada que ver con nuestro continente, el pensamiento de la gente es completamente diferente al nuestro. Para mí es extraño encontrarme a unos personajes que hablan con los espíritus y creen que estos han construido un puente de lianas para poder cruzar el bosque. Y luego tienen unos mecanismos de pensamiento muy distintos con los que no congeniamos, porque tienen otra forma de analizar las cosas y de entender el tiempo. Enfermo sí, porque la mayoría de niños que veía tenían la barriga salida, el ombligo fuera y unas hernias inguinales bestiales. Ves gente que vive en la basura y la basura no te puede traer más que enfermedades. Y vacío, no. Hay muchísima gente y en todos lados.

P: ¿Cómo has vivido la pandemia en África? ¿Se ha gestionado bien?
R: Yo creo que ellos tienen una experiencia con el Ébola que no tenemos nosotros y se dieron prisa en algunas cosas. Lo que pasa es que los medios que tienen son muy precarios, no había mascarillas en ningún lado…  Pero para ellos es mucho más complicado gestionarlo, porque no se puede confinar a gente que no tiene casa.

P: ¿Qué continente tiene más problemas, Europa o África?
R: Según lo mires, nosotros aquí tenemos muchos problemas, de "coco", sobre todo. Yo creo que el principal problema que tenemos aquí es que la sociedad es muy individualista o muy egoísta. Cada uno mira por lo suyo y por lo de su alrededor. No nos damos mucha cuenta de que, sobre todo ahora con la pandemia, tenemos que remar todos para el mismo lado.

P: Tras este documental, ¿vivirías en África? 
R: No. A mí me encanta viajar, pero me encanta volver a mi casa. Me da igual estar seis u ocho meses fuera, pero el día que vuelvo es un gustazo, sobre todo ver a tu familia y a tu gente. Yo vuelvo siempre con la misma ilusión con la que me voy.