¿Alsasua? Algo habrían hecho
Jesús Caso. Imagen del bar en el que ocurrió la agresión, situado en la calle García Ximénez.
Alejandro Requeijo | Periodista especializado en Seguridad, Interior y Terrorismo
Cada mañana, antes de subir al coche, tocaba agacharse para comprobar que ETA no hubiese colocado ningún artefacto en los bajos del vehículo. Era una rutina macabra obligatoria a pesar de que muchos sabían que una mera inspección ocular inexperta probablemente no fuese suficiente. El miedo no desaparecía del todo hasta que no se encendía el contacto y se circulaban los primeros metros de un nuevo día sin que pasase nada. Hasta la mañana siguiente. Todos los días durante años. Así vivieron muchas personas dentro y fuera del País Vasco. Con uniforme y sin él.
Esta semana se cumplen cinco años del cese definitivo anunciado por ETA tras medio siglo de atentados. Aún hubo quien no se fiaba y siguió agachándose cada mañana una temporada más hasta que se convenció de que esta vez iba en serio. Hoy la banda no es más que un puñado de pistoleros desperdigados por Europa y varios centenares de presos olvidados en las cárceles. Cuando salgan comprobarán el fracaso de la causa por la que arruinaron la vida de tanta gente y la suya propia. Es el resultado de la inequívoca derrota propiciada por la acción policial y judicial. Pero si el final de ETA en el plano operativo no admite discusiones, el balance político de estos cinco años es mucho menos halagador.
Episodios como el de Alsasua recuerdan hasta qué punto la victoria sobre ETA y lo que representa todavía no es total.
Cuando uno se imaginaba el final del terrorismo esperaba algo parecido a lo que sucede en Alemania cuando se pregunta por el nazismo. Uno no esperaba otra cosa que sus responsables y aquellos que les jalearon agachando la cabeza avergonzados. Esperaba una condena unánime sin mensajes ambiguos o justificaciones de ningún tipo. ¿Qué fueron ETA y sus tentáculos si no otra forma de nazismo? ¿Acaso no hubo una persecución selectiva contra un sector concreto de la población? Por si no fuesen suficientes los votos de Bildu en cada cita electoral, episodios como el de Alsasua recuerdan hasta qué punto la victoria sobre ETA y lo que representa todavía no es total. Una paliza de cincuenta contra cuatro. Las víctimas son dos hombres y dos mujeres.El delito de ellos, ser guardias civiles. El delito de ellas, ser sus parejas. Da igual las razones ¿acaso estuvo justificado alguna vez?