de izq. a drcha.: el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, Raú Castro y el máximo comandante de las FARC, Rodrigo Londoño, alias "Timochenko".
Los colombianos, contra todo pronóstico y a pesar de las campañas institucionales y mediáticas, votaron "no" en el referéndum sobre el proceso de paz en Colombia. Ese es uno de los peligros de este tipo de consultas, que sus resultados son imprevisibles y pueden dejar totalmente descolocados a quienes los organizan, e imponerles políticas por las que no abogan.
En el caso del referéndum en Colombia, la abstención superó el 60%, lo que demuestra hartazgo, pasividad o indiferencia de los votantes. De los que acudieron a las urnas, la mayoría rechazó el pacto entre el Gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), después de cuatro años de negociaciones. Aunque, ciertamente, la diferencia entre los que se mostraron a favor y los que estuvieron en contra se redujo a poco más de 53.000 votos.
Realmente, es un riesgo tomar decisiones estratégicas para el Estado teniendo en cuenta el resultado de una consulta con tanta abstención y con un resultado tan ajustado entre los que participan. En el caso de Colombia, la mayoría de los votantes no ha rechazado la paz, sino esa paz acordada. Claro que los colombianos quieren la paz, pero no a cualquier precio. Si para alcanzarla hay que olvidarse de la Justicia y de la dignidad de las víctimas, entonces, más de uno se replantea la cuestión.
Las FARC llevan 53 años cometiendo atentados indiscriminados, asesinando a militares, a policías, a políticos, a civiles..., secuestrando y manteniendo en condiciones infrahumanas a sus cautivos y participando en el negocio del narcotráfico, entre otras actividades delictivas. Y los colombianos llevan todo ese tiempo sufriendo, aguantando, dando la vida por defender el Estado de Derecho, emigrando por el miedo...
Lo extraño es que el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, se haya prestado a firmar ese acuerdo de paz (por el que le han concedido el Premio Nobel de la Paz, un galardón devaluado desde que lo recibió Barack Obama solo nueve meses después de llegar a la Casa Blanca). Lo lógico es que la mayoría de los colombianos no hayan tragado con las condiciones pactadas con las FARC.