Parece una pregunta retórica, pero, lamentablemente no lo es: ¿Cuántos muertos más son necesarios para luchar de forma efectiva y definitiva contra el llamado Estado Islámico? La respuesta se desconoce, pero parece que no son pocos, porque ya van cientos y cientos de personas que han sido asesinadas.
Cualquier ciudad del mundo, cualquier lugar... puede ser objetivo del terrorismo islamista. A partir del 11 de septiembre de 2001 se cambiaron los protocolos para viajar en avión. De seguir así, habrá que modificar también los de los aeropuertos, estadios de fútbol, salas de conciertos, restaurantes, hoteles, estaciones de tren, centros comerciales, espacios con aglomeraciones de gente...
El miedo es libre y la seguridad es una sensación (además de que es imposible garantizarla totalmente), pero matar es muy fácil y sembrar el pánico, aún más. Con un simple cuchillo bien usado es posible acabar con la vida de varias personas. Estas acciones tienen menos repercusión que los ataques suicidas que se cobran decenas de vidas, pero el goteo de víctimas suma y sigue.
El terrorismo islamista es el mayor desafío que tiene la comunidad internacional. El Estado Islámico (Daesh) es el enemigo de Occidente, pero también lo es de todos aquellos musulmanes que no compartan su visión, por lo que también habría que dejar a un lado la condescendencia que provocan estos criminales en algunos sectores islámicos.
Es verdad que tras muchos meses de combates encarnizados, Daesh está perdiendo una parte del territorio que controla en países como Iraq, gracias a la labor de los ejércitos locales y a los bombardeos internacionales. Sin embargo, esto no es suficiente y afecta solo a uno de los muchos tentáculos del Estado Islámico.
Hay que potenciar las acciones militares sobre el terreno, pero para avanzar en la derrota del Estado Islámico también hay que acabar con sus fuentes de financiación, con su sofisticado método de propaganda, con sus medios de captación de terroristas, con sus mentiras...
Es difícil, pero no imposible. A lo largo de la historia, la humanidad se ha enfrentado a enormes desafíos que ha conseguido resolver. Eso sí, hay que dejarse de medias tintas y tener el coraje suficiente para hacerles frente y encarar el problema sin miedo al tránsito que hay que recorrer. Es el caso similar a lo que padece el cuerpo humano con una enfermedad grave: el tratamiento es doloroso y hay que superar la convalecencia, pero es mejor este sufrimiento antes de que el virus o la bacteria cause la muerte del paciente.
Artículo publicado en www.lasemana.es y reproducido en Corresponsales de Paz por gentileza de la dirección de LaSemana.es.