El cambio llega a Andalucía

Escribía el sábado pasado que Andalucía era la única región en la que nunca había habido cambio de Gobierno regional en todos los años desde el inicio de su autonomía, pues siempre había gobernado el PSOE, incluso cuando perdió las elecciones en 2012. Con ello, años y años de Gobierno socialista en una región que, pese a contar con unos grandes recursos naturales, tras casi cuarenta años de izquierda en su Gobierno no ha logrado mejorar económicamente ni un ápice; más bien, todo lo contrario: han colocado a Andalucía en el furgón de cola del desarrollo español, con menor crecimiento económico, menor PIB per cápita y la mayor tasa de paro de España.

Ayer, después de esos casi cuarenta años, una mayoría de andaluces ha querido poner fin a esta situación de Gobierno socialista, con gasto público desmedido, con elevados impuestos, abultado déficit y deuda exponencial. Ha puesto fin al partido que no ha sabido hacer prosperar a esa bella tierra que es Andalucía; ha puesto fin al Gobierno del partido en el que surgió el escándalo de los ERE; ha puesto fin, en definitiva, a un proyecto acabado, que ha terminado de cansar a los andaluces.

Los resultados han constituido una auténtica sorpresa, no tanto por la bajada del PSOE, sino porque pocos esperaban que el centro-derecha pudiese superar a la izquierda y desbancar al PSOE del Gobierno de la Junta de Andalucía. El PSOE ha ganado las elecciones, pero con una bajada de 14 escaños y una pérdida de casi 450.000 votos; el PP, al que muchos daban por muerto, ha resistido en la segunda posición, obteniendo 26 escaños; Ciudadanos, que asciende notablemente, no logra su gran objetivo, al no superar al PP, del que queda lejos, a cinco escaños, al alcanzar 21 diputados; Podemos, con su marca Adelante Andalucía, pierde tres escaños, pues concurre conjuntamente con Izquierda Unida, de manera que baja tres escaños respecto a la suma de ambos partidos en 2015, y se queda en 17 escaños; por último, Vox irrumpe en el parlamento andaluz con 12 escaños. 

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