Lo esencial de un informativo radiofónico es la noticia. Se lo repito constantemente a mis alumnos en la Universidad, pero, ahora que me bajo de la tarima, debo reconocer que la afirmación no es exacta. Por supuesto que la noticia debe ser siempre el corazón de cualquier formato radiofónico, la última de las herramientas para ayudar al ciudadano a ser una persona más informada, y, por tanto, más libre; sin embargo, si el periodista cree que contar noticias es suficiente, como si el sacrosanto ejercicio de la profesión no debiese nunca adaptarse a nuevas coyunturas, cometerá un grave error.
Si prueban ustedes a escuchar los informativos de mediodía de las grandes emisoras de radio descubrirán que nada ha cambiado en su estructura en los últimos lustros. Con la excepción de la Cadena COPE, que esta temporada ha decidido poner a dos presentadores (Pilar Cisneros y Antonio Herráiz, periodistas de largo recorrido que salvan con mucha dignidad las limitaciones del modelo) al frente de un programa con mejores intenciones que resultados, diga lo que diga el EGM, todas las emisoras mantienen el mismo formato.
José Antonio Marcos lleva haciendo el mismo Hora 14 muchos años. Es un formato de éxito, lo avala la respuesta de la audiencia. El ciudadano bien informado encuentra en ese informativo una respuesta ágil y sobria a sus necesidades. Eso sí, el oyente incauto, el que no está encima de cada detalle de la actualidad, se sigue perdiendo frente a un informativo de autor en el que no se presentan los cortes y en el que absolutamente todo (claridad informativa incluida) está al servicio del ritmo.