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Cuando el otro día decidí escribir sobre las cualidades profesionales del periodista se me planteó la duda y la inquietud de si hacía lo correcto. Porque siempre que hablamos de cómo tiene que ser un periodista parece que lo identificamos, nos referimos a sus habilidades profesionales, sus conocimientos de informática o su dominio del idioma.
Pero si nos paramos a pensar, realmente ¿eso hace atractivo a un periodista?¿Eso es suficiente para ser un buen profesional? Alguien me dijo en una ocasión que un buen profesor universitario es aquél que, de vez en cuando, es visitado por sus ex alumnos. Porque les ha dejado no sólo una huella académica sino fundamentalmente una huella humana. Y yo me pregunto, ¿un buen periodista es aquél que también deja huella humana?¿Un buen periodista es aquél que es “visitado” en sus artículos, comentarios, reflexiones por la opinión pública?
Indudablemente yo creo que sí. Porque aunque suene a obviedad, el periodista antes que periodista es persona. Y tiene que cultivarse como persona para ser atractivo a sus potenciales lectores, oyentes, espectadores… a su público o a la opinión pública, como le queramos llamar.
Dándole vueltas quería llevaros hoy a esta simple reflexión. Creo, sinceramente, que no hay nadie menos atractivo que aquél que habla o escribe mal. Y esto que me parece es común a todas las personas aplicado al periodista se multiplica geométricamente.
Podemos estar a la última hora de las tecnologías que nos envíen el mensaje sin apenas darnos cuenta, podemos ser los traductores fieles o podemos tener la última exclusiva que si no lo sabemos comunicar de manera atractiva no cumpliremos nuestra misión de servidores de la sociedad.
Por ello, cultivar las cualidades profesionales es un deber para estar en primera línea de fuego, pero cultivar las cualidades personales es lo que va a hacernos decidir cómo utilizar en última instancia ese fuego. De nada vale estar en primera línea si no sabemos como utilizar los talentos que tenemos, poniéndolos al servicio de los demás.
En ese sentido, se me ocurre un decálogo de cualidades personales a cultivar. Puede que no estén todas las que pensamos o haya otras. Da igual. Lo realmente importante es saber que entre ellas o entre otras como ellas nos jugamos la credibilidad de nuestros “visitantes”:
1. HUMILDAD, para saber olvidarnos rápidamente de nuestros aciertos.
2. Facilidad para entablar relaciones, carácter extrovertido.
3. Determinación para conseguir las cosas, vencer las dificultades.
4. No tener miedo a pedir nada ni a decir nada.
5. Pasión y entusiasmo por las cosas que hacemos y espíritu de rebelión contra la injusticia.
6. Prudencia, para ser justo en lo que hacemos y decimos.
7. Curiosidad, nos debe interesar todo.
8. Saber escuchar.
9. Voluntad para superar obstáculos.
10. Actuar con prontitud, sana competencia.
Ojalá estas u otra cualidades nos sirvan para ser, desde la humildad (cualidad que resume todas las anteriores, por eso es la única que está en mayúsculas), atractivos y desde ahí, poder saber comunicar con el deseo de llevar la verdad a los demás.
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