Gran parte de la sociedad española está viviendo en estos días, y desde hace unas semanas, la peor crisis de salud pública que se recuerda en los últimos tiempos: el ébola. Nuestro país ha sufrido un trágico hito: registrar el primer caso de ébola contagiado fuera de África, el continente donde el virus fue identificado por primera vez en 1976, concretamente en la República Democrática del Congo (el antiguo Zaire), en el río Ébola. Como todos sabemos ahora, se trata de un virus que provoca una enfermedad muy grave, de alta mortalidad.
Los países occidentales tienen puesta su mirada en España, donde los diarios, los noticiarios de radio y televisión y los medios digitales llenan sus páginas y ocupan sus espacios con información sobre la enfermedad del ébola.
Hemos de reconocer que esta información sobre el ébola no ha sido en los primeros días la más adecuada desde cualquier punto de vista. La gestión informativa de la crisis ha provocado desinformación y alarma, además de críticas a los políticos, a los profesionales de la sanidad…
En este caso, como en otros momentos informativos críticos, conviene recordar a los responsables de los medios de comunicación, y a los profesionales que han de informar sobre la enfermedad del ébola, que tienen el deber de ofrecer una información rigurosa y contrastada, como apuntan los principios deontológicos de la profesión periodística.
Profesionales y responsables de los medios han de evitar la propagación de bulos, de rumores y la cómoda especulación. Se ha llegado al extremo de que desde un colegio infantil se ha telefoneado a una madre para que sometiera a su hijo a una cuarentena porque así lo pedían los padres de los otros niños al saber que vivía en Alcorcón.
Los periodistas que han de informar sobre el ébola deben seleccionar con más cuidado que nunca las fuentes de sus noticias, expertos que han de estar acreditados para ofrecer una opinión técnica. Por supuesto que los profesionales han de respetar al máximo la intimidad de las personas afectadas, de sus parientes y de las personas del entorno en que se mueven.
Muchos de los despropósitos que se han conocido estos días en el tratamiento informativo de la enfermedad se hubieran evitado si en los medios de comunicación se hubiese encargado la cobertura de la crisis a profesionales especializados en el área de salud o, al menos, esos profesionales especializados se hubieran encargado de la gestión informativa de la crisis.
Medios de comunicación y profesionales aún están a tiempo de evitar que la desinformación, los rumores, los bulos creen alarma en la sociedad.