La santidad del político
Juramento de cargo en el Palacio de la Zarzuela | Autor: La Moncloa Flickr/CC.
Guillermo Vila | Director de Mirada21.es y miembro de Corresponsales de Paz
Dice el Papa Francisco en Gaudete et exsultate que «todos estamos llamados a ser santos viviendo con amor y ofreciendo el propio testimonio en las ocupaciones de cada día». «¿Tienes autoridad? Sé santo luchando por el bien común y renunciando a tus intereses personales». Leyendo estos días las noticias del caso Cifuentes, no puedo dejar de recordar las palabras del Papa. Porque el ejercicio del poder es solo la herramienta para que el que se dedica a la política provoque un bien en la sociedad. El principal problema del caso de la ya expresidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, no es el asunto del máster (un tema menor se mire como se mire), ni siquiera el supuesto robo de unas cremas en un hipermercado, sino la consideración del poder como un fin en sí mismo.
Hay personas que quieren ostentar el poder que ejercía Cifuentes. Y cuesta mucho creer que, quien haya descendido a los más bajos fondos del obrar humano para derribarla, vaya luego a ejercer ese poder como medio para un fin mayor. Más bien lo usará como arma para ganar influencia, generar miedo, enriquecerse o cualquier otro fin poco edificante.