uenan tambores de guerra en Siria... de más guerra. Aunque parezca lo contrario, en ese país llevan siete años con un conflicto civil que comenzó con la llamada primavera árabe para derrocar a Bashar Al Assad, pero que ha acabado degenerando en un enfrentamiento generalizado. El resultado, miles de personas han perdido la vida y cientos de miles se han visto obligados a dejar sus casas y huir.
Son muchos los intereses en juego y varios los bandos: Ejército de Siria, opositores, el llamado Estado Islámico... Todos han mostrado las barbaridades de la guerra y la destrucción y el dolor que esta puede causar. Mientras tanto, la comunidad internacional se ha dividido. Por un lado, Estados Unidos y varios socios de la Unión Europea cuestionan el papel de Al Assad, piden su derrocamiento y son partidarios de los opositores. Por otro, Rusia apoya decididamente al presidente sirio y no tiene reparos en ayudarle militarmente, de forma abierta.
La Casa Blanca y el Kremlin tienen objetivos enfrentados en este conflicto y cada uno mueve sus hilos para tratar de conseguirlos. Aun así, lo hacen con la suficiente cautela para no extralimitarse en su posición y evitar un enfrentamiento armado y explícito con la otra gran potencia. Rusia, hasta ahora, ha llevado la voz cantante y Estados Unidos se ha limitado a hacer bombardeos selectivos.
El último se produjo este sábado y no fue una sorpresa, ya que el presidente estadounidense, Donald Trump, lo anunció previamente a través de Twitter con uno de sus mensajes característicos (hasta con humor negro). La acción militar de Estados Unidos contó con la colaboración de Reino Unido y Francia y se produjo como represalia a un ataque con armas químicas por parte del régimen de Al Assad.